Queridos amigos,

El pasado 17 de noviembre tuve el placer de asistir a una conferencia organizada por la editorial Litera Libros en la Casa del Lector de Madrid, y escuchar al gran André Stern hablando sobre infancia. También me llevé uno de sus libros más conocidos, “Yo nunca fui a la escuela“, que me lo dedicó muy amablemente cuando llegó mi tuno en la gran cola, pero estaba en compañía de mi gran amiga Lee Lima de Babytribu, así que no hay mal que por bien no venga. Por cierto, desde aquí doy también las gracias a Priscila de Mamá Extraterrestre Blog que me compartió sus notas de audio, y te animo a que si quieres ponerte en antecedentes sobre quién es André Stern y conocer también el apasionante trabajo de su padre te invito a leer este post de Babytribu: ¿Porqué todos los niños dibujan las mismas formas de casas? 

La conferencia fue en francés y con traducción simultánea, (me alegré bastante de entender casi todo, ¡yuhu!, y en un tono muy alegre y con gran sentido del humor.

 

 

Lo que avala la ciencia

Comenzó hablando de lo que hoy demuestra la ciencia, de cómo los avances de los últimos cinco o seis años han desmotando grandes mitos, que antes pensábamos que había que criar niños fuertes para prepararles para el mundo, donde reina la competencia y poco más o menos que la “ley de la selva”. Sobre esto puso un ejemplo muy gráfico, habló de un investigador austriaco experto en bosques que ha demostrado cómo los árboles se ayudan entre ellos, que tienen cierto lenguaje y que cuando uno se hiere, por ejemplo con un rayo que parte el tronco, los demás árboles, en lugar de pensar que tendrán más sitio para expandir sus raíces, comienzan a hacer una sinergia, una simbiosis, y a comunicarse a través de su lenguaje. Emiten unos olores especiales que atraen a los coleópteros para que no vayan a la herida y el árbol dañado se pueda recuperar.. Hermoso, ¿verdad?

Foto de mi querida amiga Lee Lima de Baytribu

 

Nuestra mirada al niño

Habló de que nuestro código genético, el de los seres humanos, nos equipa con todas las potencialidades, y no sabe si vamos a nacer hace 22.000 años en las glaciaciones o dentro de 200 años en un desierto seco. De este modo, un bebé puede llegar a pronunciar todos los fonemas del mundo, pero evidentemente aprenderá la lengua de sus semejantes, (de esto ya hablé en este post del blog).

En la selva podemos reconocer 200 tipos de verde, y es algo muy importante para sobrevivir en ella, pero en Madrid no, así que los que nacemos aquí no necesitamos tampoco saberlo, por lo que esa potencialidad se atrofia.

En los primeros meses de nuestra existencia vivimos una hemorragia de potencialidades, perdiendo la mayoría y desarrollando solo las que necesitamos. 

¿Y al final de todo esto que queda?  Un adulto, que pensamos que es la mejor versión del hombre, la versión plus como decía Stern en tono irónico, pero que desde su punto de vista es más la versión bonsai..

Si entendemos todo esto, al encontrarnos con un niño, debemos observarlo como un gigante desde el punto de vista de potencialidades. Los niños son los guardianes de las potencialidades del saber del mundo, (y con esto concluyó la “introducción de la introducción”).

 

El niño herido

Después pasó a hablar de cómo hablamos a los niños, de que con nuestras buenas intenciones le decimos “bueno, no es tan bien  del todo”. Que seguro que a todos nos suena la gran pregunta cuando nos convertimos en padres.. ¿Tu hij@ duerme bien por la noche?

Y como no suele ser así, empezamos a cuestionarnos qué hemos hecho mal, y a enviarle mensajes implícitos, no con lenguaje verbal, pero queriendo decir “si durmieras más te querría más“..

Todo esto lleva a una sociedad entera de adultos que estamos constantemente pidiendo perdón por no hacerlo bien, nos seguimos viendo con los errores de cuando éramos niños, de los que nos señalaban nuestros padres.

¿Cuál es la frase que más se dice? “Yo soy malísimo en matemáticas“.

Es un juicio muy duro, ¿no? Es un reflejo del niño herido. Desde el punto de vista científico, esta frase no es correcta. En realidad, deberíamos decir las matemáticas no me interesan“, esto no es un juicio, y siempre somos excelentes en lo que nos interesa.

 

Aprender no existe

Y nos obsesionamos con esto. Esta fue otra de las grandes reflexiones de su conferencia.

No se puede aprender, pero si se puede memorizar. Aprender es algo que nos sucede. Nuestro cerebro no está hecho para almacenar información, si no para resolver problemas.

Así que solo podemos quedarnos con una información cuando se activan nuestros centros emocionales, si no nos interesa entra por un oído y dale por otro.

Nos parece normal olvidar el 80% de lo que aprendido en la escuela. Todo el mundo empatiza si dices “lo aprendí en el colegio pero lo olvidé“, pero si dices nunca lo aprendí.. Entonces te miran mal (él nunca fue a la escuela y aprendió a contestar a este tipo de preguntas).

Esos mismos ojos con los que nos miraron, esa misma mirada la volvemos a aplicar a nuestros hijos.

 

 

La confianza incondicional

Y recordando que el día de la conferencia se celebraba el día mundial de la infancia, quiso hacer énfasis en intentar ser conscientes de nuestro lenguaje, de no dañar a nuestros niños, de confiar en su instinto de querer aprender sobre el mundo que les rodea.

Tendríamos que decir “te amo porque eres como eres“, no existe amor incondicional sin confianza incondicional.

No existe “te quiero pero..“, si no “te quiero como eres como eres“, esta comunicación es no verbal, es una actitud.

No es un método, es una nueva actitud, de confianza plena, eso cambia el mundo.

Es la reconciliación con el Niño herido, y esto cambia el mundo.

(Con esta frase dijo que acababa “la introducción”).

 

El juego

Entonces dedicó los últimos 15 minutos a hilar todo lo comentado anteriormente, a recordar que aprender no existe, si una información no activa nuestros centros emocionales, no podemos memorizarlas.

¿Cuál es la diferencia entre un buen alumno y mal alumno? El buen alumno se olvida del contenido del examen tres meses después, y el malo 3 horas antes..

No estamos condenados a olvidar contenido, si realmente nos interesa no, y no pasa nada si no hemos aprendido de jóvenes.

Un madrileño de 85 años podría aprender chino en 6 meses, si se enamora de una joven china de 75 años. ¿Cierto? (Risas del público).

Si no lo logramos no tenemos un problema técnico o pedagógico, si no de emoción.

En lugar de preguntar a un niño qué le interesa, le preguntamos qué se le da mal para mandarle más trabajo , y la pregunta debería ser “que te entusiasma”, porque eso te va a volver genial.

Hay una actividad que activa los centros emocionales. El juego.

Que es lo primero que hace un niño cuando se le deja tranquilo, y si no se le interrumpiera, nunca pararía de jugar, no olvidaría nada.

Lo incoherente es cuando el adulto le dice, “Deja de jugar para aprender“. Es como decir “respira sin tomar aire“.

Pero el niño nunca cuestiona al adulto, así que es otra herida más.. 

Y ahora la ciencia dice que aprendizaje y juego es lo mismo, no podemos aprender si no jugamos.

Extractos de su libro “Jugar”

 

Hay cualidades con las que soñamos para los adultos, y son precisamente las virtudes que tienen los niños cuando juegan.

  • Capacidad de concentración de un niño que juega, (los adultos necesitamos años de meditación para alcanzar una centésima parte de esa concentración)
  • Constancia, (puede repetir un millón de veces lo mismo, la misma acción o el mismo cuento)
  • Afán de superación, (los niños sobrepasan sus límites cuando juegan, saltan por charcos muy grandes). Aquí contó una anécdota personal de una vez paseando con su hijo de un año y medio por el palacio de congresos, vio una escalera con 15 escalones que median como su pierna, y se le iluminó la cara para subirlos, y luego otros quince más, y así seis tramos sin cansarse.. ¿Qué adulto hubiera hecho eso con un escalón del mismo tamaño que su pierna?
  • Voluntad, (si se lo hubiéramos pedido no lo hubiera hecho, pero el niño tiene su automotivación)
  • Libertad, (nuestros niños son su juego. Los adultos solo podemos volar en sueños, los niños pueden hacerlo cuando juegan, son el pájaro o el avión).
  • Apertura mental, (no hay ninguna razón para que no te entusiasme más el limpia cristales que un astronauta).
  • Creatividad: nuestros niños son fronterizos, viven el la frontera entre el mundo imaginario y el real, cosa que los adultos decidimos separar. Cogen una piedra del mundo real y la llevan al imaginario para convertirla en coche, y es una virtud muy valorada en el mundo del trabajo.Nos gustaría ver una milésima de eso en los adultos.

 

Todas estas virtudes son aquellas que nos gustaría ver en los adultos, y los niños las disfrutan cuando están jugando.

Les arrancamos de ese mundo con esas cualidades para poder prepararles a aprender esas cualidades. ¿Coherente?

 

Invitación a venir al otro lado del espejo

André nos invitó a venir al lado en el que reina la confianza. Cada minuto que pasamos del lado de la confianza es una bendición para la infancia.

Nuestros niños se convierten en lo que nosotros vemos en ellos, y también en lo que ven en nosotros. Nosotros queremos que sean adultos felices, y si queremos tendemos que hacer algo muy ingenuo, es vivir delante suyo como adultos felices.

Confianza incondicional: recordemos quehemos venido al mundo como bombas de potencial, equipados de la mejor herramienta de aprendizaje, el JUEGO.

Ahogamos a nuestros niños en un océano de “nos”.

Cuando metemos a personas comparables juntas, ¿que hacen? Comprarse . Competir. Juntar por edad no tiene sentido, y eso es lo que se hace en la escuela tradicional.

Cuando empezamos a organizar la libertad esto es el fin de la libertad.

 

¿Y las críticas?

Cuando comenzamos a cambiar nuestros paradigmas, generalmente no recibimos apoyo de nuestras personas cercanas, a lo que André recomienda cambiar de circulo, porque intentar cambiar a nuestro círculo no funciona. Cuando cambiamos convicciones suele suceder que cambiamos de amigos. Estamos acostumbrados a sufrir a nuestros amigos. 

Todo esto es cuestión de actitud, no de aplicar un método milagroso, si tú te agachas para hablar con un niño,  pero tu mente sigue en el mundo adulto centrista nada cambia, solo la posición geográfica.

Si realmente pensáramos en los niños el juego seguiría siendo posible en el espacio público.

Ese cambio de actitud viene de una gran nostalgia que tenemos todo dentro.  Una ola de amor puede cambiar todo.

 

¿Y las nuevas tecnologías?

En el turno de preguntas se habló mucho de los peligros de las redes sociales, amigos virtuales, juegos virtuales, tema que prefirió dejar para el final.

Tenemos mucho miedo, las vemos como un agujero negro, si el niño se acerca demasiado será aspirado, y según él es una idea falsa pero que estadísticamente se puede cumplir, y entonces la creemos como cierta.

Los niños no van hacia los niños, van hacia los que juegan, por tanto van a niños, porque los adultos no jugamos.

Contó la anécdota de un científico que se puso a examinar una pulga. Fue quitándole las patas una a una, y mirando como seguía saltando. Le quitaba una y le decía “pulga, salta”, y la pulga saltaba. Al llegar a la sexta y última la pulga dejó de salta, entonces la conclusión fue “con la extracción de la sexta pata la pulga se vuelve sorda”. Idea que no es correcta.

El mundo separado en dos: escuela y casa. En la escuela no puedes ser un héroe, si eres bueno en mates no lo serás en gimnasia, si lo eres para los profes no lo eres para tus compis. En casa sucede algo similar, es imposible ser un héroe, porque están todas las expectativas incumplidas, si duermes más te querré más.. etc

Y sin embargo, en el mundo virtual pueden ser un héroe, no te discrimina, no sabe tu edad, tus notas. “Ven a jugar y enséñame tu mundo de sueños, no tu mundo real”. Hay gente a la que le va a gustar y vas a ser un héroe. Ser visto, admirado.

Todo lo que nuestros niños desean es posible en el mundo virtual, por eso no quieren salir.

Nos damos cuenta de que no hemos trabajado bien en nuestro mundo, es en nuestra realidad dónde está el peligro a nuestros hijos.

Nuestra realidad es la peligrosa y es en la que debemos trabajar. Prohibir el mundo virtual no es la solución, es cambiar nuestra actitud y podríamos hacer un mundo real mucho mejor donde ellos pudieran ser héroes, donde sea igual de atractivo, entonces no habrá problemas con el mundo virtual.

No habrá paz sobre la tierra hasta que no estemos en paz con la infancia. 

 

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