Queridos amigos,

Hoy traemos un nuevo artículo de nuestra estupenda colaboradora Maria Elena Rubio, de Enea Coaching Psicología. Si te perdiste el anterior te invito a leerlo en este enlace y también a que sigas su trabajo en página de Facebook. 

Ahí va su reflexión de hoy!

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Me gustaría que pensaras cuántas veces a lo largo del día dices a tus hijos esa frase… las prisas, fatídicas prisas. Y es cierto que nuestro ritmo de vida es frenético, que siempre tenemos algo que hacer, que hay que llegar al trabajo, hay que ir a comprar, hay que hacer la cena, hay que… hay que

Pero me gustaría que te pararas a pensar, un instante (o algo más… si tienes tiempoJ)  cuántos de estos “hay que…” son IMPRESCINDIBLES, de verdad, en la vida. Quizá entre semana es más difícil, entre el trabajo y llevar y recoger a los hijos a sus mil actividades, no tenemos tiempo de nada. Aquí podemos pensar:

  • Todas esas actividades de los hijos que nos hacen ir de cabeza a toda la familia de un lado para otro, ¿las quiere el niño, o las quiero yo?
  • Qué pasaría si simplemente fuera al parque a jugar con otros niños y yo “descansara” ese ratito de parque, charlando con otros padres, mirando a mi niño cómo disfruta y se relaciona, cómo discute y hace las paces con su amiguito…
  • Qué pasaría si tus hijos se acostumbraran a ordenar o recoger su habitación o sus juguetes, en lugar de tener que ir tú detrás todo el rato…
  • Qué pasaría si algún día el salón se quedara sin recoger o tuvierais que cenar algo frío en lugar de algo más elaborado…

Donde quiero llegar es a la cantidad de veces que nos marcamos unas obligaciones que tal vez sean autoimpuestas que nos hagan siempre sentir culpables cuando no llegamos, y ser malas madres y padres porque atosigamos a nuestros hijos y no encontramos el momento para parar. Es obvio la conciliación en España no existe, y no voy  a discutir esto, por supuesto. Pero dentro de lo que está en nuestra mano, en nuestro día a día, ¿podemos hacer algo? Yo creo que sí, pequeñas cosas que nuestros hijos y vosotros mismos tal vez agradezcáis.

Si entre semana cuesta verlo, empieza pensando en el fin de semana. Cuántas veces habéis salido de paseo y le decís continuamente: “Veeeenga, no te pares ahí, vaaaamos, que no llegamos…”. Tal vez sea cuestión de rebajar el listón: si el plan es pasear, o ir al parque, ¿qué prisa tenemos? ¿La que está instaurada en nuestro cerebro de vida frenética? Ellos disfrutan con el mero paseo, con subir y bajar el mismo escalón 5 veces, con subirse y bajarse del cochecito que tiene el tendero en la puerta de su establecimiento, con ver a los perros, con buscar la luna por las tardes en el cielo, con coger hojas grandes o pequeñas… ¿No te parece bueno este rato de ocio?

DATE PRISA

Ahora que hemos hablado de los fines de semana, donde, por estadística, hay más familias con tiempo libre (aunque no todas lo tienen, por desgracia), hablemos de las tardes de lunes a viernes. Piensa cuántas de esas tareas son indispensables, cuántas se pueden obviar o si se pudiera organizar de otra manera. Hay veces que es imposible, hay que hacerlas. Hay que comprar comida, hay que ir a buscar a la hermana a kárate, o hacer la comida para el día siguiente. En tal caso, trata de ponerte en su lugar, él sólo quiere jugar y pasarlo bien, es su sana naturaleza la que se lo pide. Si le gritas o le llevas tirando del brazo difícilmente disfrutará de la situación o colaborará mínimamente, y se convertirá en una tarea aún más odiada por todos. En esas tareas del día a día, vuestros también aprenden, ven cómo saludáis en los comercios, cómo se paga, cómo te levantas en el metro para dejar sentar a una persona mayor o una embarazada… Hay que tratar de sacar el máximo beneficio a estas tareas, y si todos estamos enfadados mientras las hacemos por culpa de las prisas, poco aprendizaje podrán sacar.

Recuerda que su cerebro lleva otro ritmo; tranquilo, que tarde o temprano, por desgracia, cogerán esa disciplina enfermiza y frenética de los adultos de Occidente. Hagamos lo posible por que disfruten su infancia al mejor ritmo posible. El de ellos. No el nuestro.

Elena Rubio

enealogo

 

 

Muchísimas gracias Elena por su excelente colaboración, ¡como siempre!

 

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