Queridos amigos,

Hoy traemos un nuevo artículo de nuestra estupenda colaboradora Maria Elena Rubio, de Enea Coaching Psicología. Si te perdiste el anterior te invito a leerlo en este enlace y también a que sigas su trabajo en página de Facebook. 

Ahí va su reflexión de hoy!

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Desde hace unos días corre por las redes sociales un artículo en el que se habla de una madre que escribió en Facebook Mi hijo no tiene que compartir sus juguetes con el tuyo y se está haciendo viral,  con opiniones de todo tipo.

¿Qué opináis vosotros de tema? ¿Crees que es bueno que tu hijo aprenda a compartir en el parque o con los primos y hermanos? ¿Estás cansado de ir detrás de él diciendo “Si no se lo das nos vamos a tener que ir del parque, porque hay que compartir”?

CÓMO AFRONTAR EL “MOMENTO COMPARTIR”:

  • Como siempre, utilicemos la EMPATÍA. Pongámonos en el lugar de nuestro hijo, o en el del niño de turno en el parque. ¿Acaba de sacar su juguete y lo está utilizando él? ¿No es en este caso normal que no quiera compartirlo en ese momento? Tal vez sea nuevo, tal vez sea su juguete favorito… si es tu hijo quien lo quiere, tendremos que hacerle entender que ahora el amiguito está utilizándolo y no le apetece prestarlo. Tendrá que esperar, jugar a otra cosa, etc.
  • No le obliguemos a compartir. La obligación es restarle autonomía y seguridad en sí mismo. Valora cada situación, hazle ver lo bueno que es compartir en algunas ocasiones, para pasarlo mejor, para jugar juntos, para que los amigos luego compartan contigo otros juguetes o comida, etc; pero respeta su decisión. Lo importante es hacer mella en el mensaje, y sobretodo, que en tu día a día, él vea que tú compartes, que eres feliz ayudando y dejando cosas a tus amigos, a él mismo… como siempre decimos, lo que ellos aprenden es lo que ven hacer, no lo que les decimos.

Compartir o no compartir

Al valorar cada situación, también puede ocurrir que tu hijo no quiera compartir, pero sí quiera coger todos los juguetes de los demás, y tener los suyos a buen recaudo. Explícale entonces que tal vez los amigos no quieran compartir con él, como hace él, o incluso indicarle que en tal caso seas tú quien no le deje coger los juguetes de los amigos, hasta que él no saque los suyos. Puedes incluso negociar con él, si hay alguno especial que no quiera compartir bajo ningún concepto (su preferido, el nuevo, o simplemente el que ese día él decida…).

  • Acompáñale a gestionar la frustración. A veces es él quien no comparte, y a veces son los amigos u otros niños en el parque. Tendrá que aprender esta realidad, desde el cariño y la empatía. Flaco favor le hacemos diciéndole “Tu amiguito se lo pierde si no quiere compartir” (no juzguemos al otro) o por todo lo contrario, utilizando etiquetas “Como tú has sido malo y egoísta, nadie quiere jugar o compartir contigo las cosas” (midamos nuestras palabras, ser MALO y EGOISTA tienen una carga negativa que no aporta ningún valor a tu hijo; todo lo contrario, sólo mina su autoconcepto y autoestima). Con un “Bueno hijo, ahora tu amigo no quiere compartir, como te pasa a ti a veces, así que tendrás que jugar a otra cosa o pedírselo en un rato”, calará más hondo y sin hacer tanto daño.
  • El niño tiene que aprender a decir que NO en algunas ocasiones. Me canso de ver adultos en la consulta infelices y con problemas de pareja, sociales o en el trabajo porque no son capaces de decir que NO a situaciones que no les gustan. Es en los primeros años de vida cuando uno se forja como persona y cuando adquiere seguridad para saber lo que quiere o, todo lo contrario, inseguridad y necesidad siempre de la aceptación del otro. Lo más saludable es saber que uno puede decir que NO a veces, en determinadas situaciones, de la manera más justa posible, sin la necesidad de pensar que se es una mala persona egoísta.

Con todo esto no quiero que confundamos en NO COMPARTIR con la falta de LÍMITES ni NORMAS DE EDUCACIÓN. Nada más lejos de la realidad. Siempre hay momentos de compartir, que tendrán que aprender y practicar, siempre debe haber momentos de no compartir, y tú deberás mostrarle el camino, con los límites adecuados y tratando de inculcar los valores que consideres más acordes a ti.

Otra cosa muy distinta es cómo te sientes tú, como padre, en esas situaciones. Valora si lo que prevalece es lo incómodo que estás sintiéndote juzgado por otros padres. Piensa que siempre habrá padres que compartan tu postura, otros que sencillamente no la juzguen, y otros, muchos otros, que juzgarán cada paso que des. Cómo te influye esto en tu forma de educar es lo que importa en realidad. Haz las cosas por lo que consideres lo mejor para tu hijo porque creas que le va ayudar en su día a día y en su desarrollo como persona, no por lo que piensen los demás, porque nunca harás las cosas a gusto de todos, ni tampoco es necesario… ¿o sí?.

Elena Rubio

enealogo

 

 

Muchísimas gracias Elena por su excelente colaboración, ¡como siempre!

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